Redacción
Si bien diferentes indicadores como el empleo, el consumo y el crecimiento económico muestran tasas de crecimiento, lo cierto es que detrás de esos indicadores hay una estructura muy frágil que podría terminar con impactos muy graves para el país, alertó el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP).
Por medio de un reporte, el organismo refirió que las cifras disponibles de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD), muestran que durante marzo su indicador de ventas a tiendas totales tuvo un incremento anual en términos nominales de 10.9 por ciento, mientras que las ventas a tiendas iguales aumentaron 7.9 por ciento (6.2 y 3.3 por ciento en términos reales respectivamente).
“Evidentemente, la evolución del consumo visto a través de estos resultados indica que el mercado interno del país conserva un buen dinamismo como fuente de crecimiento del PIB”, destacó el CEESP.
No obstante, agregó, las condiciones generarles de la economía parecen no tener una relación directa con ese desempeño.
“Después de la lenta recuperación postpandemia, que tardó ocho trimestres, el ritmo de crecimiento vuelve a mostrar signos de debilidad al registrar una tendencia a la baja a partir de finales de 2022. De acuerdo con la estimación oportuna del INEGI, durante el primer trimestre del 2024, el PIB creció a una tasa trimestral de 0.2 por ciento y una anual de 2.0 por ciento, porcentaje similar al promedio anual de los últimos 30 años. Incluso los pronósticos de los especialistas del sector privado para este y el siguiente año se corrigieron a la baja nuevamente”, argumentó el CEESP.
El organismo dependiente al Consejo Coordinador Empresarial (CCE), comentó que la inversión total a pesar de su sorpresivo repunte a finales del 2022 no ha sido suficiente para generar los empleos formales que requiere el país, la precarización del empleo aún se refleja en las condiciones de contratación.
El CEESP refirió que una medida de competitividad de la economía es el costo unitario de la mano de obra.
“Este aumenta si baja la productividad o si los costos laborales aumentan. A pesar de tener una ventaja frente a otros países por su relativamente reducido costo laboral, México tiene un costo unitario mayor y por lo tanto una desventaja de competitividad. Las cifras disponibles de la OECD muestran que durante el periodo 2019-2022 el costo unitario de la mano de obra en México creció 35.2 por ciento, casi tres veces más que en la misma cantidad de años del sexenio pasado”, señaló.
Afirmó que efectivamente que algunos indicadores relacionados muestran un comportamiento favorable, como es la evolución de los trabajadores al IMSS que, según el reporte más reciente indica que al cierre de abril el total de registros sumó 22.3 millones, lo que significó que en los primeros cuatro meses del año se agregaran 265 mil más registros (después de que tan solo en abril cayeran en 465). No obstante, si se eliminan los años más afectados por la pandemia (2020 y 2021), este sería el menor aumento para el mismo lapso desde 2013.
Sin embargo, se debe recordar que aun cuando no hay cifras disponibles, es probable que una parte importante de estos nuevos registros correspondan a personas que ya tenían empleo y solo se integraron al padrón del IMSS, por lo que estos no se pueden considerar como nuevos empleos. Además, aunque la mayor parte del aumento en el total de registros en este lapso se concentró en el número de trabajadores permanentes (170.4 miles), es importante señalar que estos resultaron 37.4% menores al reporte del mismo lapso del año pasado.